Automatización de los empleos y sociedad postrabajo
Cerramos con este artículo la presentación de las tres tradiciones de estudios sobre las consecuencias del cambio tecnológico para el empleo y el trabajo.
Ahora toca el turno a una tercera tradición teórica y empírica que cuenta con antecedentes desde los inicios de la Primera Revolución Industrial y que pone el acento en la progresiva disminución del trabajo humano en las actividades productivas y la necesidad de habilitar medidas de calado para preparar a la sociedad ante este reto.
En el artículo veremos primero una breve presentación de la tesis del fin del trabajo, para pasar después a presentar una serie de estudios recientes sobre las consecuencias que para el empleo tiene la actual ola de automatización y digitalización.
La tesis del fin del trabajo
Suele ser considerada la obra de Andrew Ure titulada The Philosophy of Manufactures. An Exposition of the Scientific, Moral, and Commercial Economy of the Factory System of Great Britain (1835) como un primer antecedente de estos planteamientos, con su idea de la fábrica automática sin humanos.
Sin remontarnos tan lejos, los planteamientos modernos de esta tesis arrancan en los años 1980. En estos años cobra especial relevancia el estudio de Leontief y Duchin de 1984 (The Impacts of Automation on Employment, 1963-2000), donde examinaron el impacto real y proyectado de la automatización en el empleo de EE. UU. entre 1963 y 2000.
Pero el autor más reconocido de la tesis del fin del trabajo es sin duda Jeremy Rifkin, quien publicó en 1994 su celebre obra El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era (2015). Esta obra abrió un nuevo campo de literatura empírica, reconocido bajo la etiqueta de Futuro del Trabajo, que llega hasta nuestros días de la mano de otros autores, como Martin Ford, Thomas W. Malone o Andrés Ortega, y al que no han sido ajenos los medios de comunicación.
Estos autores no creen que, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, en la nueva revolución industrial funcionen los mecanismos que permitan crear nuevos empleos y nuevas actividades que compensen las pérdidas de empleo que ocasiona el cambio tecnológico (los llamados efectos compensadores que vimos en un artículo anterior).
El argumento es que, por el contrario, no hay un sector económico que absorba los excedentes de fuerza laboral desplazados por otros sectores como consecuencia de la automatización de los procesos productivos. La agricultura produce ya sin apenas agricultores, la industria pierde empleo y el sector servicios, que había absorbido las pérdidas de empleo en otros sectores en la segunda mitad del siglo XX, empieza ahora a notar también el impacto de la automatización y racionalización del trabajo.
El auge de la robótica y la inteligencia artificial hace que en pocos años muchos empleos van a ser desempeñados por robots, alcanzando la automatización en menor o mayor grado a todos los empleos y ocupaciones, incluyendo las profesiones liberales. Las nuevas generaciones de robots sustituirán de manera ventajosa a los humanos, lo que traerá múltiples beneficios a las sociedades ampliando las capacidades de las organizaciones y las personas, pero también supondrá una transformación y un empequeñecimiento del mercado laboral.
Aún con diferencias, los distintos autores sostienen que la velocidad y amplitud de los cambios que se avecinan no permitirá adaptar las estructuras sociales y educativas a los empleos del futuro. En consecuencia, las sociedades deberán escoger entre:
- Un escenario de desempleo masivo, con una polarización de los empleos entre trabajos muy cualificados y altos salarios, y trabajos ocasionales mal pagados de baja cualificación.
- O bien, una redefinición del trabajo y el empleo en la sociedad, abriendo el camino a una reestructuración total de la organización social y los valores culturales.
Las recetas que se proponen son variadas. En el caso de Rifkin, su receta para este nuevo mundo sin trabajo y de creciente escisión social es el fomento de un sector social, basado en las organizaciones sin ánimo de lucro y el voluntariado. En obras posteriores, Rifkin define el nuevo capitalismo postmercado como capitalismo cultural, basado en una economía de la experiencia. La ética del trabajo desaparece, dando paso a otra de ocio y consumo lúdico: viajes exóticos, música, deporte, moda, salud, juegos…
En el otro extremo del arco ideológico, desde otros presupuestos políticos diferentes a los de Rifkin, Nick Srnicek y Alex Williams en su obra Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo (2017) plantean otra visión del futuro. Estos autores demandan una economía poscapitalista donde los avances y desarrollos tecnológicos nos liberen del trabajo y amplíen nuestras libertades:
- La ola reciente de automatización está generando la posibilidad de eliminar de forma permanente los trabajos más penosos y degradantes.
- Existen posibilidades de producción mediante energías limpias y medioambientalmente sostenibles.
- El uso de nuevas tecnologías en el campo de la salud, el urbanismo, el transporte, la alimentación, entre otros, permite disfrutar de unas mejores condiciones de vida para todos.
- En la actualidad, las demandas clásicas de mayores cotas de democracia política y económica son materialmente más factibles que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad.
Estudios sobre el riesgo de automatización de los empleos
En torno a la tesis del fin del trabajo ha habido estudios recientes sobre esta cuestión que han tenido gran resonancia en los medios de comunicación y en el debate académico; el de más repercusión es sin lugar a duda el artículo de Carl Benedikt Frey y Michael Osborne titulado The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation? (2013).
Frey y Osborne argumentan que varias tareas no rutinarias que se suponían una década atrás no corrían el riesgo de ser realizadas por máquinas, serán pronto automatizadas y muchas otras ocupaciones serán redundantes. El estudio parte de un ranking de 702 ocupaciones según la probabilidad de ser automatizadas, desde las menos probables de ser automatizadas hasta las que cuentan con mayor probabilidad de serlo.
La cifra que resulta de su estudio es preocupante y una de las causas que explica la repercusión mediática que tuvo en todo el mundo. La conclusión a la que llegaron era que alrededor del 47% del empleo total de EE. UU. estaba en riesgo elevado de desaparecer en los próximos años. En poco más de dos décadas, casi la mitad de los empleos se perderán y serán realizados por máquinas.
En la Figura, extraída del estudio original, tenemos la probabilidad de automatización por nivel de ocupación. En el eje horizontal se mide la probabilidad de que una ocupación determinada, de las 702 ocupaciones analizadas en el trabajo, pueda ser automatizada en las dos próximas décadas. En el eje vertical se mide el número de empleos que se espera dentro de dos décadas.
El estudio muestra que en 20 años casi la mitad del empleo en los Estados Unidos es susceptible de ser automatizado. La automatización afectará primero a ocupaciones que, siendo interactivas, no requieren inteligencia social. Las ocupaciones con más riesgo de automatización serán aquellas intensivas en trabajo, con tareas rutinarias de baja cualificación, fácilmente programables y ejecutables por robots u ordenadores.
Varios estudios posteriores han extendido el trabajo de Frey y Osborne para dar cuenta de la situación en otros países y regiones. Para el caso español, tenemos el estudio de Adrià Morrón (2016) que adapta su metodología para estimar el riesgo de automatización en 485 profesiones. Según sus estimaciones, los datos españoles son similares a los de los estadounidenses: las ocupaciones menos afectadas son las que requieren habilidades exclusivas del ser humano, como la creatividad, la motivación, la innovación, la cooperación, la intuición, la capacidad de comunicar y emprender, la persuasión y la originalidad, como ocurren con determinados empleos en los sectores de salud, educación, servicios sociales y arte.
Un segundo estudio para España es el de Doménech et al. (2018) que utilizaron las probabilidades de automatización de cada ocupación, obtenidas por Frey y Osborne, y los cruzaron con los microdatos de la muestra anual de la Encuesta de población activa (EPA) entre 2011 y 2016, para determinar qué características condicionan el riesgo de que la disrupción tecnológica actual pueda sustituir o complementar a determinados trabajadores.
Los autores llegaron a cifrar en el 36% los empleos en riesgo alto de automatización. Si bien los resultados muestran un panorama similar al estimado para EE. UU., «la orientación productiva de España, con un mayor peso de determinados servicios en el empleo, podría estar reduciendo el porcentaje de ocupados vulnerables a la computarización» (Doménech et al. 2018, p. 130). Además, los autores encontraron que este riesgo de automatización disminuía según el grado de responsabilidad, el nivel educativo, la participación en acciones formativas o la adopción de nuevas formas de trabajo en los diferentes empleos y ocupaciones.
En otro trabajo sobre el mercado de trabajo en España, Hidalgo (2018) eleva el porcentaje de empleos con alto nivel de automatización al 50% y además establece una discriminación de los datos según el nivel educativo y el género. De ello se desprende que el riesgo de automatización es mayor según se desciende de nivel educativo: el 70% en los niveles inferiores y el 30% en los niveles superiores.
Está claro que la actual ola de digitalización y automatización de los procesos productivos está generando preocupación en amplios sectores de la sociedad por las repercusiones para el futuro, y que estas preocupaciones nos hacen replantear el modo de vida y de trabajo actuales. El debate está en qué salidas le damos a este asunto, desde qué óptica las ideamos y las aplicamos. ¿Cuál es tu opinión sobre estos posibles escenarios futuros que se presentan?
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Para saber más...
Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, 2013. The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation?
Rafael Doménech, Juan Ramón García, Miriam Montañez y Alejandro Neut, 2018. ¿Cuán vulnerable es el empleo en España a la revolución digital?
Manuel Alejandro Hidalgo, 2018. El empleo del futuro: Un análisis del impacto de las nuevas tecnologías en el mercado laboral. Deusto
Adriá Morron, 2016. ¿Llegará la Cuarta Revolución Industrial a España?
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